¿Es verdad que usted ‘predica la Palabra’?
No es una cosa simple para predicar la Palabra de Dios. Poderosas fuerzas oscuras están listas para alejarnos de nuestra tarea. Ellas regularmente logran hacerlo.
Esta semana el mundo evangélico en América del Norte está preocupado de un predicador famoso, Rob Bell, quien aparentemente niega la doctrina de infierno. Sí es un tema muy importante que se debe investigar, especialmente para detectar si es por presión cultural que ha cambiado su opinión o por otras razones. Menciono esto porque la presión cultural afecta a cada persona que se encarga de la Palabra, el 100% de las personas que tienen alguna intención de enseñar la Biblia. Es decir que todos experimentamos un severo tirón gravitacional de distanciarnos de la enseñanza de las Escrituras. Cada predicador siente la tentación de pulir y suavizar el mensaje bíblico todos los días, muy a menudo sin darse cuenta.
Dónde un individuo cometerá errores es una línea personal de la batalla y depende en parte de quiénes están en la congregación. Una gran tentación es condenar rotundamente los pecados cometidos por “ellos” (es decir, la gente del mundo) y pasar por alto los pecados que “ustedes” (la congregación) hacen. Dos ejemplos bastan: en primer lugar, he escuchado sermones, charlas, conferencias sobre el tema de la homosexualidad y la iglesia. He oído que el matrimonio homosexual significa la ruptura de nuestra sociedad. Y como no, ese es un tema sumamente importante y se debe estudiar a la luz de la Biblia. Pero lo que es aún más claro es que estamos inundados de sexo que no forma parte de la intención de Dios, es decir, el sexo dentro de un matrimonio saludable: el adulterio, el sexo antes del matrimonio, el sexo casual, sexo violento o degradante en el matrimonio, la prostitución, la pornografía, en particular la pornografía digital, ya sea sexo heterosexual u homosexual. Todos ellos se resumen en la palabra griega porneia, traducida “fornicación” o “inmoralidad sexual” (vea 1ª de Tes 4:3b).
Iba a decir que yo podía recordar la última vez que escuchó un sermón sobre la “fornicación,” pero de hecho mi pastor predicó un mensaje excelente sobre el tema el domingo. Pero, por lo general me pido, ¿dónde los mensajes “La fornicación: qué es, y por qué es malo delante de Dios?” o aun “Chicos: es malvado amarlas y dejarlas.” ¿Por qué no? ¿Es porque el predicador no quiere hablar de lo incómodo? ¿Es porque los hijos de los miembros de la iglesia sólidos están teniendo relaciones sexuales? ¿Es porque es un problema para la familia para discutir, no la iglesia? (Pablo habría sido desconcertado por ese concepto).
Un segundo ejemplo: he escuchado cualquier cantidad de sermones que tienen que ver con cómo los trabajadores deben respetar y obedecer a sus jefes ellos. Normalmente estos mensajes se basan en textos tomados fuera del contexto, como cuando se dice, “Vamos a leer Efesios 6, ‘Esclavos, obedezcan a sus amos terrenales con respeto y temor’…y bueno, sí, dice ‘esclavos’ pero eso es más o menos intercambiables con ‘empleados’.” Esto es usar incorrectamente la Palabra de verdad, la cual hace una distinción entre esclavos y libres, dueños de esclavos y empleadores de empleados. Pero como ya he dicho, he escuchado muchos sermones dirigidos a los “esclavos” de la congregación. No puedo recordar, a lo largo de décadas de escuchar sermones, haber oído una exposición que señaló bíblico de las instrucciones de Dios a los empleadores, a pesar del hecho de que los pasajes para el empleador superan en número los textos de “empleados”. Una o dos veces he escuchado referencias a un verso como Efesios 6:9, “sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos,” con la conclusión: Así, los empleadores son responsables ante Dios; y con la implicación, pero los empleados, ¡ustedes son responsables ante Dios, su jefe, la iglesia y yo! ¿Por qué este desequilibrio? Busque en su corazón por la razón; a mí, me gustaría comenzar preguntando si la gente más poderosa de su gray resulta ser empresarios y los empleadores; y la gente con menos fuerza: los trabajadores. Un predicador que reprende a los obreros y deja en paz a los jefes – o viceversa – no puede presumir de ser un predicador genuino de la Palabra.
¡Ah, usted dice, pero, yo soy un predicador bíblico! ¡No soy liberal! ¡Me atengo a la infalible Palabra de Dios! ¡Yo creo en el dicho, “prediques la palabra y que instes a tiempo y fuera de tiempo. Redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”! (2a de Tim 4:2). Y no me cabe duda de que usted cree que lo cree. Pero la predicación sobre textos de la Biblia no es predicar la Palabra; uno tiene que predicar la Palabra como lo es en su plenitud, lo que en otra época se llamó “los designios de Dios.”
La predicación incompleta o defectuosa de la Palabra es peligrosa para la iglesia y ofensiva delante de Dios. Así que sí, examinaremos a Rob Bell, pero a la vez echemos un vistazo a nuestros propios rostros en el espejo de la Palabra de Dios.
“¿Es verdad que usted ‘predica la Palabra’?” Gary Shogren, Seminario ESEPA
La gran responsabilidad que tenemos quienes predicamos la Palabra de Dios es precisamente ser fieles al mensaje que en su momento fue escrito, se trata precisamente de decir lo que Dios quería que se dijera, nunca suavizando o acomodando de acuerdo con nuestras preferencias.
Que Dios nos ayude en tan noble tarea.
Mario Castro
15/03/2011 at 9:01 pm
Bendiciones, Mario.
Gary Shogren
15/03/2011 at 9:10 pm
Justo he estado trabajando en este tema para una seccion de un libro mio bajo esto temas:
1. Lo que nosotros llamamos “ser bíblico” es muchas veces más el resultado de un sistema de creencias que de la interpretación de la Biblia.
2. A menudo vamos a la Biblia para probar lo que “ya sabemos.”
3. Muchos juzgan el ser “bíblicos” por una doctrina particular y no tanto por atención al texto bíblico
4. Fácilmente confundimos nuestra cultura cristiana evangélica con lo que es bíblico.
Rob A Haskell
18/03/2011 at 5:08 pm