La parábola del dedito
Érase una vez una iglesia, un cuerpo de Cristo.
En la plataforma, hubo varios miembros.
Un hombre dirigió la alabanza, y leyó un salmo.
Una mujer fue la cantante principal, con un micrófono.
Dos mujeres más y un varón también cantaron.
Hubo un guitarrista, y toco los acordes.
Hubo un baterista y proveyó el ritmo.
Uno con trompeta, el otro contrabajo.
Cada miembro de un cuerpo, cada uno contribuyendo.
¿Pero qué? ¿Cuál es el problema? El director les pide
que canten con alegría, y la gente no sigue.
¿Son poco espirituales?
No, quisieran cantar mejor, pero hay impedimento:
No saben la letra, y ¡la pantalla está en blanco!
Porque encima de la gente en una cabina pequeñita,
un miembro del cuerpo maneja la cosa técnica:
el videobín y PowerPoint para proyectar la letra
pero él está soñando y su atención divaga.
Responde a su teléfono, charla con su novia,
envía correo electrónico, con Facebook el tipo juega.
La gente quiere cantar, y esto con toda la pata,
pero sin este miembro, la canción no funciona.
“Mire,” el se queja, en vez de hacer su trabajo.
“No canto como ella, no toco como ellos.
No tengo importancia, mi rol es pequeñito.
¡En el cuerpo del Señor, solamente soy dedito!”
Ahora saben cuál es el punto de mi historia:
Todos tienen su propio don, sean codo, mano u oreja.
Si un miembro falta, el cuerpo no funciona;
en la ausencia de un dedito, la iglesia no alaba.
1ª Cor 12:11-12, 15-19, 22 – Pero todas estas cosas las realiza el único y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él designa. Porque de la manera que el cuerpo es uno solo y tiene muchos miembros, y que todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos, son un solo cuerpo, así también es Cristo…Si el pie dijera: “Porque no soy mano, no soy parte del cuerpo”, ¿por eso no sería parte del cuerpo? Y si la oreja dijera: “Porque no soy ojo, no soy parte del cuerpo”, ¿por eso no sería parte del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oreja, ¿dónde estaría el olfato? Pero ahora Dios ha colocado a los miembros en el cuerpo, a cada uno de ellos, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros y a la vez un solo cuerpo…[y] los miembros del cuerpo que parecen ser los más débiles son indispensables.
La parábola del dedito, por Gary Shogren, Seminario ESEPA, San José, Costa Rica