La Lectura oral de las Escrituras en la Iglesia Primitiva y Hoy – ¡nuestra entrada número 300!
Ponencia dada en Seminario ESEPA, el 23 de abril 2021.
La ponencia en ingles aqui.
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Resumen: “En la iglesia primitiva, la lectura oral extensiva de las Escrituras era una necesidad (1 Tim 4:13; Ap 1:3; en el siglo dos, Justino Mártir, Primera Apología 67; el Canon de Muratori; Tertuliano, Apología 39), debido al elevado analfabetismo existente en la iglesia. Hoy en día la tasa de alfabetización mundial para adultos es del 86% y está aumentando; y en Costa Rica es del 97%. La iglesia asume tácitamente que los creyentes leerán la Biblia durante la semana, y que las lecturas en el culto pueden reducirse al mínimo, escogerse al azar, o limitarse a textos ya conocidos. Argumentaremos que la antigua práctica sigue siendo muy necesaria, incluso en una época en que la alfabetización es generalizada.”[1]
Introducción
En las cartas pastorales, Pablo enfatizó el rol de las Escrituras; nuestro texto principal será: “En tanto que llego, dedícate a la lectura pública de las Escrituras, y a enseñar y animar a los hermanos.” (1 Tim 4:13 NVI)
Por favor, tómese unos pocos segundos y piense acerca de esta frase, “la lectura pública de las Escrituras.” En el último culto al que usted asistió: aparte del sermón, ¿cuáles textos bíblicos recuerda que alguien haya leído a la congregación? ¿Y qué impacto tuvieron en los oyentes?
Yo planteo la pregunta: Pablo dice “dedícate a la lectura pública de las Escrituras”; de lo que presenciamos hoy en día, ¿Vemos ese mismo nivel de dedicación, de devoción, de compromiso a la lectura de porciones sustanciales de la Biblia en voz alta durante las reuniones de la iglesia?
Mi tema de esta noche es “La Lectura oral de las Escrituras en la Iglesia Primitiva y Hoy”. Yo no me había dado cuenta de esto cuando escogí este tópico, lo popular que es este tema hoy. De hecho, la mayoría de mis recursos fueron escritos en el siglo 21, y un nuevo libro de Justo González salió tan recientemente que yo no pude acceder a él a tiempo.
I. Lectura Pública de la Biblia en la Iglesia Primitiva
Las reuniones de la iglesia apostólica incluyeron la lectura extensiva de la Escritura. Una razón para esto era la baja tasa de alfabetismo entre los cristianos. Quizás tan pocos como el 10 o 15% de los creyentes en Filipo o Éfeso o Roma eran letrados.
Y tan tarde como 1820, solo alrededor del 12% de la población global podía leer. La tasa de alfabetismo se ha disparado desde entonces. Según la UNICEF ahora se encuentra cerca del 86% y está aumentando; la cifra en Costa Rica es alrededor del 97% (Burton). E incluso si una persona no puede leer, puede escuchar grabaciones de libros, incluida la Biblia. Así que, ¡nunca ha sido un mejor tiempo para ser un lector con los ojos o con los oídos!
Por otro lado, en el siglo primero, si usted no era letrado, usted necesitaba tener la presencia de un ser humano para que le leyera.
Consideremos cómo se expresaba esto en la más amplia cultura grecorromana. Los discursos públicos, lecturas o recitaciones eran muy comunes para el entretenimiento y el enriquecimiento personal. Después de todo, no había televisión o películas. Así que usted podría ir al anfiteatro para una función, o si usted era un hombre rico, usted podría dar un banquete, típicamente para otros ocho hombres. Después de la comida y el vino usted tendría un “simposio”, donde un músico tocaría o cantaría, o usted podría escuchar a alguien leer o recitar algo de literatura. A menudo era un esclavo que había recibido entrenamiento especial en lectura e interpretación. Todo era muy dramático con gestos y tonos vocales. Una de las obras más populares fue La Eneida de Virgilio, 19 a. C., escrita en latín. Hablaba de la fundación de Roma y la ira feroz de la diosa Juno:
¡Mas tú á mi osado verso, Musa, inspira!
Abre de estos sucesos el arcano;
¿Qué ofensa suscitó la excelsa ira
que á la errante virtud sigue y quebranta?
¿Cupo en celestes pechos furia tanta?[2]
Estas eran historias y poemas que no solo entretenían, sino que también formaban el pensamiento de los romanos quienes lo escucharían juntos: de aquí es de dónde vinimos, esto es quienes somos, estos son nuestros valores, ¡esto es lo que aspiramos a hacer!
El judaísmo del Segundo Templo, la cuna de la iglesia primitiva
La tasa de alfabetismo entre los varones judíos era más alta que la de sus contrapartes griegos; ellos no usaban el hebreo en la vida cotidiana, pero Jesús y sus hermanos y los apóstoles lo aprendían en la escuela de la sinagoga. Había lecturas en el templo, sinagogas, y otras partes. Los rabinos tenían sus propios rollos, ellos también desarrollaban sus memorias, como Samay dijo, “Yo tengo dos copias de la Torah – una escrita y una en mi mente” (b. Shabbat 31a, Talmud Babilónico). Algunas personas ricas también tenían acceso, por ejemplo, el eunuco etíope que estaba leyendo de Isaías (Hch 8:30). La sinagoga tenía un “arca” donde los rollos estaban protegidos y se sacaban para leer y estudiar, incluso diariamente (Hch 17:11): “todos los días [los bereanos] examinaban las Escrituras.”
No está claro si ésta era la costumbre en los tiempos del Nuevo Testamento, pero eventualmente los rabinos establecieron un calendario formal. Ellos leían (o cantaban) en un ciclo de uno o tres años la Ley de Moisés, llamada la parashah para la semana – cada una tenía su propio nombre especial, la primera palabra de la lectura – y luego la haftorah, la cual es una lectura apropiada de los profetas.[3] Para este sábado (24 abril) la parashah se llama Ajaré, cuatro capítulos de Levítico 16:1-20:27[4] y la haftorah dos capítulos de Ezequiel. Hechos 13:15 refleja la lectura normal de las Escrituras en cada reunión del sabbat: “Al terminar la lectura de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga mandaron a decirles: ‘Hermanos, si tienen algún mensaje de aliento para el pueblo, hablen.’” En Jerusalén, hay una inscripción en una antigua ruina de una sinagoga que dice, “este es un lugar de reunión para la lectura de la Torah”.[5] El rol de la Biblia es, lectura, predicación, y – sorprendente para nosotros – diálogo, como tanto Josefo como Filón describen. Los gentiles podían escuchar, de pie afuera en la puerta o ventana. Y para regresar a Timoteo, sabemos que desde la infancia conocía las Escrituras (2 Tim 3:15), pero esto venía de sus piadosas madre y abuela, casi seguro que no de su propia copia de la Biblia.
Existen algunas pistas de que otros gentiles tenían copias de las Escrituras en griego – en la biblioteca de Alejandría y quizás más temprano, en el siglo 4to a. C. – aunque pueden ser míticas (Shogren, pp. 709-710).
El primer siglo cristiano
El punto de vista tradicional es que el culto seguía generalmente el orden de la sinagoga (véase Harnack; Mounce; Towner; Marshall & Towner; Johnson; con calificaciones, McGowan): adoración, confesión, lectura de la Escritura, exposición. Algunas diferencias serían la mayor participación de mujeres y por supuesto la Santa Cena. Recientemente, otros sugieren que la iglesia fue influenciada más por los simposios grecorromanos (Ailikin) o de ambos contextos judíos y griegos (Millard; Wright): Millard plantea un gran número de referencias a lecturas comunales griegas, judías, y cristianas. Pero dado que a las reuniones cristianas asistieron única o predominantemente los judíos cristianos por muchos años, es más probable que la sinagoga proveyera el patrón.
No se nos dan muchos detalles acerca del culto en los tiempos apostólicos, pero para obtener alguna percepción, volvamos a nuestro versículo clave: “En tanto que llego, dedícate a la lectura pública de las Escrituras, y a enseñar y animar a los hermanos.” (1 Tim 4:13 NVI)
Calvino dijo que este versículo se refería al estudio privado, individual de Timoteo de las Escrituras y por extensión a todos los predicadores: “¿Cómo podrán los pastores enseñar a otros si ellos mismos no están deseosos de aprender?” (p. 93)
El problema con esa exégesis es que la palabra “lectura” (anagnōsēs) no puede ser traducida simplemente como “lectura” en español, porque no se refiere a la misma actividad como lo hace hoy. Por ejemplo, si le digo a usted “Acabo de leer esta novela”, usted asumiría que la leí en privado y sin mover los labios. La palabra usada aquí da a entender que verdaderamente significa: “lea la Biblia, en voz alta”, esto es, a la congregación; “públicamente” como en la NVI; o como la NTV tiene, “dedícate a leer las Escrituras a la iglesia” (así Towner; Marshall & Towner; Johnson; Mounce). Y por supuesto “las Escrituras” todavía se refiere al Antiguo Testamento en su traducción griega la Septuaginta y solamente luego con libros del Nuevo Testamento.
Apoc 1:3 implícitamente describe cómo leían libros en las congregaciones – “Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético y hacen caso de lo que aquí está escrito…” (uno lee, los demás “escuchan”, “oyentes, no lectores”). La lectura de este libro fue una experiencia “auditiva”, lo que tiene que ver con escucharlo.
Como dice Pablo: “Anímense unos a otros con salmos, etc.”, otro uso de las Escrituras en las iglesias en casa sería, cantar salmos, aprendidos de memoria. Así alguien podría sugerir, Cantemos “El Señor es Rey”, lo que nosotros llamaríamos el Salmo 98.
Las copias de los libros eran caras, aun si usted podía leer; esto lleva a Harnack a concluir que “por un periodo considerable de tiempo [lectura privada] era algo infrecuente, simplemente por la falta de copias. Esto explica por qué nunca se hace mención de la lectura privada en el Nuevo Testamento, ni en la Didajé o en la Epístola de Bernabé (Harnack, p. 33) Así que, para la gran mayoría de cristianos, el estudio bíblico entre cultos significaría, revisar y ensayar lo que usted escuchaba el domingo y quizá memorizado.
Podemos ilustrar esto de otra forma: un rollo del AT, o una epístola o evangelio o el Apocalipsis es un “guion” que uno usa para leer al grupo. Para pensar en términos modernos: suponga que usted tiene una copia en Braille de 1 Juan, pero en su grupo de 50 o 100 cristianos, solo una o dos personas conocen el Braille, para la mayoría es solo un rollo de papel con puntos que no significan nada. Entonces, la persona “letrada” pasa sus dedos y de los dedos al cerebro, a la garganta y a la boca, él “produce” el sonido que él “transmite” a los iletrados. Entonces, la recepción del grupo de la lectura es absolutamente vital, todos escuchan el mismo texto al mismo tiempo – es el cuerpo local quien lo procesa, como uno. Entonces, cuando Juan envió su carta a las iglesias de Asia Menor, uno lo leería en voz alta, los demás lo absorberían juntos.[6]
Su práctica en el segundo siglo cristiano
Los cristianos no podían comprar el Nuevo Testamento en una librería, sino que necesitarían conseguir copias hechas a mano – y suficientemente sorprendente, la calidad de la escritura de los manuscritos muy antiguos del Nuevo Testamento es mejor que el libro promedio del segundo y tercer siglo (Hixson & Gurry, pp. 132-151). Pasemos al segundo siglo. Voy a citar tres autores – Clemente de Roma, Justino Mártir, Tertuliano – que describen las reuniones de la iglesia que, aunque más formales, todavía serían reconocibles a los creyentes de la iglesia apostólica. Primero, Clemente de Roma a los Corintios, una carta muy larga, escrita alrededor de 96 d. C. Él constantemente se refiere a 1 Corintios, una carta que 40 años antes reprendió a la iglesia por sus divisiones; es decir, él conoce 1 Corintios, él sabe que ellos conocen la epístola, y ¡ellos saben que él la conoce! Esto significa que, ellos tienen un texto compartido, el cual él puede citar, y ellos habitan el mismo universo, y Clemente puede exhortarlos y reprenderlos por sus divisiones actuales. Él puede también expresar que “Porque, amados, conocéis las Sagradas Escrituras, y las conocéis bien, y habéis escudriñado las profecías de Dios”, pasando a citar Éxodo, Deuteronomio, los Salmos (1 Clemente 53, Ropero, 2004, p. 145). Más y más iglesias leen libros del NT, y Harnack demuestra que, a medida que la iglesia avanzaba hacia el segundo siglo, se asume que los cristianos conocen ambos testamentos (pp. 38-47). Y la audiencia cristiana no es el límite: cuando Arístides escribe su Apología cap. 16 (más o menos el año 125 d. C.), él invita al emperador Adrián a tomar los libros escritos por cristianos para confirmar que Arístides está hablando la verdad acerca de ellos; pero por supuesto, ¡él está hablando a un individuo, el emperador, para quien el dinero no es un problema! (p. 279). Además, el filósofo pagano Justino Mártir fue convertido (alrededor de 132 d. C.) después alguien sugirió que él leyó los profetas del Antiguo Testamento y Justino estaba impresionado por su cumplimiento en Cristo (Diálogo con Trifón 7-8, Ropero 2004a, p. 191); y alrededor de ese tiempo, el rabino Trifón afirma haber leído las Escrituras cristianas: “conozco vuestros mandamientos, contenidos en el que llamáis Evangelio, tan maravillosos y grandes que me doy a pensar que nadie sea capaz de cumplirlos, yo he tenido curiosidad en leerlos” (Diál. 10, pp. 187-189); más tarde el filósofo Celso (c. 175 d. C.) afirma acerca de las Escrituras cristianas, que “lo sé todo” (Orígenes, Contra Celso 1.12; Ruiz Bueno, pp. 48-49; Orígenes duda de este alarde).
Examinemos algunas referencias de primera mano a la lectura congregacional de la Escritura (véase además McGowan).
Justino Mártir, Primera apología 67 (p. 147) (quizás 155 d. C.) = “Y en el día que se llama del sol se reúnen en un mismo lugar los que habitan tanto las ciudades como los campos y se leen, en cuanto el tiempo lo permite, las Memorias de los apóstoles [probablemente habla de los evangelios] o los escritos de los profetas [Antiguo Testamento]. Después, cuando ha terminado el lector, el que preside toma la palabra para amonestar y exhortar a la imitación de cosas tan insignes.”
El Canon de Muratori (fragmento), quizás un texto del siglo 2. Es una lista de los libros aceptados por la iglesia para la lectura en el culto. Por ejemplo, usa el lenguaje: “el cual algunos de los nuestros no permiten ser leído en la iglesia.” Los términos clave son legi in eclesia, recibidos o no, aceptados o no aceptados, leídos en público, no leídos en público, sí leídos en privado. (Canon de Muratori).[7]
Tertuliano, Apología contra los gentiles 39.3 (Ropero, 2001, p. 141, 197 d. C.) – “Nos reunimos para recordar las Sagradas Escrituras, por si la índole de los tiempos presentes nos obliga a buscar en ellas premoniciones para el futuro o explicaciones del pasado. Ciertamente que con esas santas palabras apacentamos nuestra fe, levantamos nuestra esperanza, fijamos nuestra confianza, intensificamos asimismo nuestra disciplina inculcando los preceptos.”
Es decir, las lecturas de las Escrituras nos interpretan a nosotros, como un grupo, quienes somos. Él también menciona que el culto incluye la lectura de las Escrituras, el canto de los salmos, la predicación de sermones, y oraciones (Tertuliano, Sobre el alma 9, quizás en el año 203 d. C.)
Su función social
Hemos dicho que cualquier tipo de lectura pública o recitación puede afectar a los oyentes en varios niveles. Más superficialmente, en la cultura griega, era entretenimiento. Era además educacional, y los niños de escuela memorizaban pasajes para recitar. Pero un objetivo más profundo era reunir a los oyentes: cuando usted escucha cómo Eneas fundó el pueblo romano, le estaban diciendo que Ustedes romanos están destinados a ser los amos del mundo; así que ¿cómo deben vivir?, ¿cuál es su deber hacia el imperio?[8]
La lectura de la Escritura incluye todo esto: cuando usted escucha el libro de Rut leído en voz alta, le dice cómo los hombres y mujeres piadosos deben comportarse, dedicados completamente a Yahweh y a su ley; habla acerca de un espíritu generoso y amable; les recuerda a los oyentes que Yahweh está atento a nuestras oraciones y es fiel a su palabra; y que al final, muestra que Booz, esposo de Rut, “fue el padre de Obed,Obed fue el padre de Jesé, y Jesé fue el padre de David.” Esto es, la mano de Dios en la historia está llevando a su pueblo de la confusión del tiempo de los Jueces al reino justo de David.
En el Antiguo Testamento, varias veces hay eventos públicos conocidos como “renovaciones del pacto”, donde la Torah es leída en voz alta a la nación reunida, y ellos se comprometen a obedecerla. Por ejemplo, en Nehemías 8, “el sacerdote Esdras llevó la ley ante la asamblea, que estaba compuesta de hombres y mujeres y de todos los que podían comprender la lectura, y la leyó en presencia de ellos en la plaza que está frente a la puerta del Agua. Todo el pueblo estaba muy atento a la lectura del libro de la ley.” Esto servía como una experiencia grupal, nacional, no solamente individualista.
Su función espiritual
Mientras que todas estas cosas son ciertas acerca de la lectura de la Biblia, no cometeremos el error del reduccionismo, que la Biblia nos afecta meramente en un nivel sociológico o peor, por “la mentalidad de la muchedumbre”. Existe otro aspecto superior de la lectura grupal de las Escrituras. Esto es, que, si usted escucha una historia o un poema leído, usted lo puede encontrar persuasivo o sentirse o no movido. Pero se nos dice que, en el caso de la Biblia, el hombre natural, “El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente.” (1 Cor 2:14). “Dios no considera justos a los que oyen la ley sino a los que la cumplen” (Rom 2:13). Y recordamos que eran las sinagogas, las congregaciones de oyentes de la Toráh, quienes constantemente condenaron al Señor Jesús. Pero para otros, los creyentes, “la fe viene como resultado de oír el mensaje” (Rom 10:17ª). Todo para decir que, la lectura bíblica no debe ser una experiencia meramente social y auditiva, sino una transformación por el Espíritu Santo.
II. Lectura Pública de la Biblia en la Iglesia Evangélica de Hoy
Yo he sugerido que, en la iglesia primitiva, la lectura oral extensiva de las Escrituras era una necesidad, debido al elevado analfabetismo existente en la iglesia. Mi pregunta es si la iglesia de hoy asume tácitamente que los creyentes leerán la Biblia durante la semana, y que las lecturas en el culto pueden reducirse al mínimo, escogerse al azar, o limitarse a textos ya conocidos. Entonces, ¿hay necesidad hoy de la antigua práctica de la lectura bíblica en el culto, junto con la adoración, oración, ofrenda, Cena del Señor, enseñanza y predicación?
Yo digo, sin ninguna duda, el pueblo de Dios necesita y merece la lectura pública de las Escrituras. Sí, estamos en una cultura donde le decimos a las personas “¡Lean su Biblia todos los días!” O mejor aún, “Involúcrese en nuestro plan de lectura bíblica. Aquí hay una lista de lecturas para la semana, ¡todos vamos a leer la Biblia!” Y reconozcamos que esto no es meramente una buena idea, sino una necesaria. Yo no puedo imaginar cómo cualquier creyente que pueda leer – o escuchar una grabación de – la Biblia puede esconder ese talento en la tierra; nuestro alfabetismo es una forma de dar gloria a Dios.
Yo estoy a favor en alma y corazón del estudio personal de la Biblia, obviamente; pero no puedo imaginar que alguien pueda genuinamente experimentar la Biblia por sí mismo. Estoy de acuerdo con Philip Towner cuando él dice que la lectura personal de la Biblia no es suficiente “… es dudoso que la tarea de formar la identidad, moldearla, definirla y redefinirla se lleve a cabo de manera significativa en una comunidad a través de tantas lecturas individuales de sus miembros” (Towner, p. 51). Towner continúa señalando cómo el individualismo occidental nos lleva a decir que la Biblia es para mí. No, ¡no es la verdad completa! Por ejemplo, Pablo tuvo que lidiar con esto a un nivel micro: en una ciudad donde existían subgrupos de Apolos y Cefas, donde los ricos rebajaban a los pobres, donde los fuertes insultaban a los débiles y vice versa, él escribió una larga epístola con la intención de que toda la iglesia escuchara esto, leída en voz alta con todos los miembros atentos a ella. Agrego que, escuchar la Biblia con otros creyentes introduce el elemento de la humildad: Dios habla con «nosotros», no solamente conmigo.
Yo agregaría que la gran necesidad de leer la Biblia como grupo ha crecido en la última década, porque la identidad cristiana ahora se ha formado por la cámara de resonancia de las redes sociales: entre más “a usted le gusta” una cierta perspectiva, más de esa perspectiva usted verá en su “media feed”. Yo conozco cristianos cuya “Biblia” son las redes sociales, y cuyo cristianismo yo ya no puedo reconocer. ¿Usted sabe que, el promedio de uso diario de redes sociales en las Américas es entre 2-3 horas al día (eso no incluye televisión etc.)? Sur América es el continente donde el tiempo de medios sociales es el más alto – 3 horas y 29 minutos (Metev). Una encuesta en los EE.UU. ha demostrado que, “El único tiempo en que la mayoría de los norteamericanos [en los EE.UU.] escuchan de la Biblia es cuando alguien más la está leyendo.” (Investigación de Lifeway). Es decir, cuando se está leyendo en voz alta en la iglesia – si es que asisten a la iglesia.
Exploremos otra dirección: tengo curiosidad en cuanto a quién está leyendo la Biblia durante los cultos. Existe una gran variedad, y yo les pregunté anteriormente si ustedes podían recordar lo que se había leído el domingo pasado. Yo no pertenezco a esta tradición, pero mi impresión es que las iglesias litúrgicas pueden sorprendernos. En una iglesia típica anglicana hay por lo menos cuatro lecturas de las Escrituras en cada culto: un salmo; una lección del AT, una lección del NT fuera de los evangelios, y el clímax es la lectura de los evangelios – las personas se levantan para escuchar esta última lectura. De acuerdo con el calendario litúrgico mundial que yo consulté, este domingo, 25 de abril, las lecturas alrededor del mundo incluyen del Salmo 23 y secciones sustanciales de Nehemías, Hechos, 1 Juan, y el evangelio de Juan.[9]
Para mencionar la iglesia católica, me dicen que hay un mínimo de dos lecturas cada misa – en el 2021 están leyendo los 16 capítulos del evangelio de Marcos.
Es el evangélico en mí que dice, yo quiero que nuestras reuniones impresionen al visitante con lo mucho que honramos la Biblia. Pero algunos de nuestros cultos son un lugar lejano de las palabras de Pablo, “dedícate a la lectura pública de las Escrituras”; o de la experiencia de la iglesia de Justino Mártir, donde se leen, en cuanto el tiempo lo permite, las Escrituras, y después, cuando ha terminado el lector, hay un sermón.
Qué impresión da si ahorramos tiempo cortando la lectura bíblica; o si el lector pronuncia incorrectamente las palabras, o no parece entender de qué trata el pasaje. Como una reciente guía para adorar, Arquitectos de la adoración, advierte, “Solo personas perezosas y orgullosas tratarán de leer la Escritura en público sin la debida preparación. Los lectores bien preparados aumentan las posibilidades de que una verdadera audición del texto sea posible para los creyentes. Leer la Escritura en el culto es un trabajo duro, así que acepta el desafío como un medio de servir a Dios y a los demás. Si no estás dispuesto a invertir tiempo y disciplina en ese proceso, déjaselo a otra persona” (Cherry, cap 5). ¿Qué, entonces, si el oyente no tiene la sensación de que, el lector ha pensado acerca de esto durante la semana, estudiado, orado, leído en voz alta? O más, ¿qué comunicamos si solo los pastores o líderes de adoración hacen toda la lectura de la Escritura; o si las personas mayormente leen pasajes bien conocidos – salmos favoritos; “Digno es el Cordero” en Apoc 5; o cuando ellos se levantan a leer, y el micrófono no funciona, y lo tienen que cambiar dos veces, y distorsiona el mensaje de Dios a nosotros?
¿Cómo entonces recibimos juntos la Gracia de Dios en su Palabra? Ofreceré seis sugerencias.
Uno. Necesitamos aprender cómo escuchar, con nuestros oídos; es una disciplina. Ahora, desde mi infancia, se nos decía que cada participante debe tener su propia Biblia abierta en el pasaje durante la lectura – “¿Están todos ahí? ¡Amén!”. Hace algunos años, yo me di cuenta de que, cuando yo tenía mi Biblia abierta, mis ojos vagaban y me perdía el mensaje. Ahora yo me siento con mi Biblia y mis ojos cerrados. O, usar el videobín es una buena alternativa, puesto que estaremos literalmente en la misma página, y viendo hacia arriba.
Dos. Debemos escuchar como un grupo. Algunas veces, como un padre, yo tomaba a un hijo u otro a un lado para una “charlita”. Pero hay otras veces cuando un padre tiene que decir, “¡Okay, tiempo para una reunión familiar!” porque todos necesitan escuchar la misma cosa en la misma forma al mismo tiempo. Pablo sabía, como dije, que todos los corintios necesitaban escuchar la carta juntos; observe los verbos plurales: “ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. No hagan tropezar a nadie, ni a judíos, ni a gentiles ni a la iglesia de Dios. Hagan como yo, que procuro agradar a todos en todo. No busco mis propios intereses sino los de los demás, para que sean salvos. Imítenme a mí, como yo imito a Cristo.” (1 Cor 10:32-11:1) Si yo leyera eso como individuo, yo podría pensar del hermano fulano-de-tal, y cómo el necesita dejar de hacer tropezar a otros. Pero en un culto, escuchando eso, quizás tenga yo la sensación de incomodidad que las personas están viéndome a mí cuando escucho, “no hagan tropezar a nadie”.
Tres. Podemos experimentar con otros métodos de leer la Biblia. Entonces: el líder lee 1-2 versículos a la vez y luego una pausita para que la gente medite; o la pastora lee los versos impares y la congregación los pares; o los hermanos y las hermanas; o este lado de la congregación y luego el otro.
Cuatro. Nosotros necesitamos interpretar conforme leemos. Esto significa que el lector debe conocer el pasaje bien. En los tiempos de la iglesia primitiva, la lectura pública de la Biblia era una presentación, no para lucirse, sino para dar su sentido. Yo acabo de asistir a un funeral y escuché 1 Cor 15:51 bien leído y con un sentido de su significado – “No todos moriremos, pero todos seremos transformados…(y luego, otra vez con el plural): Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano.” Y escuché a otros cristianos decir, sí, Amén.
Y con respecto a la interpretación sana: Pablo le dice a Timoteo que reprenda “algunos supuestos maestros que dejen de enseñar doctrinas falsas y de prestar atención a leyendas y genealogías interminables…Pretenden ser maestros de la ley, pero en realidad no saben de qué hablan ni entienden lo que con tanta seguridad afirman.” (1 Tim 1:3-4, 7) Esto es, los falsos maestros eran lectores de la Biblia y maestros, con una interpretación distorsionada quizás del libro de Génesis, quienes quizás tenían grupos pequeños para obtener el conocimiento secreto – una ayuda es que la iglesia necesita escuchar a Timoteo leerle la Biblia a ellos, como un grupo completo.
Cinco. Nosotros necesitamos leer la Escritura de manera que informe. Algunos de ustedes podrían conocer el nombre James Boice, de la Tenth Presbyterian Church, también donde Barnhouse predicaba; cuando yo viví en Filadelfia yo algunas veces asistía ahí. Cada domingo en la mañana había un sermón expositivo, a través de Romanos quizás, o Génesis. Pero, además, él leía un capítulo de la Biblia, dando tal vez una descripción de 5 minutos de su trasfondo y lo que significaba en el contexto. De hecho, ¡algunas de sus “lecturas bíblicas” eran tan buenas como muchos sermones que yo he escuchado en otros lugares!
Seis. Nosotros necesitamos tratar la lectura pública de la Escritura como un llamado serio. Muchas iglesias, ya de alrededor del año 200 d. C. a hoy, han tenido un ministerio especial llamado el lector laico.[10] Para dar un ejemplo, en una denominación, los hombres y mujeres que quieren seguir este llamado reciben varios años de entrenamiento en Biblia, teología, ministerio pastoral, ética, consejería, historia de la iglesia, liderazgo, espiritualidad, antes de ser nombrados. Esto no es ordenación, ellos son personas laicas que pueden llevar a cabo la lectura y además otro trabajo pastoral. Este es el programa más estricto que yo haya visto; pero yo menciono esto para mostrar la seriedad de la lectura bíblica a un grupo grande: esta persona estará comunicando la Palabra de Dios al pueblo de Dios, y debe hacerse bien. ¿Por qué, entonces, no formar un grupo de lectores de la Biblia en su iglesia, donde unas pocas personas rotan en el calendario, y donde alguien se reúne con ellos para mostrarles cómo leer, cómo interpretar, cómo hacer interpretación bíblica básica, etcétera?
Permítanme terminar con una cita de C. S. Lewis, quien describe cómo un cristiano experimenta el evangelio, no como un individuo sino como un miembro de un grupo (Cartas del diablo a su sobrino, cap. 2): en cada culto un cristiano debería ser capaz de concluir: “Si yo, siendo como soy, me puedo considerar un cristiano, ¿por qué los diferentes vicios de las personas que ocupan la banca vecina habrían de probar que su religión es pura hipocresía…?”[11] Cada aspecto de nuestros cultos debería resultar en esto: que el evangelio nos pone de rodillas, indefensos; y luego nos levanta, transformados y perdonados, y vitalmente, un miembro de una familia. Cada lectura a la iglesia puede y debe hacer lo mismo.
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Notas
[1] Summary: “In the early church, extensive oral scripture reading was a necessity due to the high illiteracy in the church (1 Tim 4:13; Ap 1:3; in the second century, Justin Martyr, First Apology 67; Muratorian Canon; Tertullian, Apology 39). Today the global literacy rate is 86% and in Costa Rica it is 98%. The church tacitly assumes that believers will read the Bible during the week, and that readings in worship can be minimized, picked at random, and limited to familiar texts. We will argue that the old practice remains in great need, even on a day of widespread literacy.”
[2] https://es.m.wikisource.org/wiki/Eneida_(Caro_tr.)/Libro_I
[3] https://www.jewishvirtuallibrary.org/weekly-torah-readings
[4] Para escucharlo en hebreo: https://www.mechon-mamre.org/mp3/t0316.mp3; ajaré = “después” y el texto es “después de la muerte de los dos hijos de Aarón.”
[5] συναγωγὴν εἰς ἀνάγνωσιν νόμου, véase BDAG.
[6] Para escuchar 1 Juan 1 en griego – https://www.youtube.com/watch?v=9iMvZs4wRjE
[7] Sobre el Pastor de Hermas dice que, sí puede ser leído, pero no puede ser dado a la gente en la iglesia, ni entre los profetas, ya que su número es completo, ni entre los apóstoles al final de los tiempos. Es decir, ahora hay una distinción: ahora unos cristianos sí pueden leer el Pastor de Hermas en privado, pero no es “publicado” (leído a todos), es decir en la reunión de la iglesia.
[8] En ese mismo poema, Julio César y Augusto César se muestran como descendientes de Eneas, y por ende es propaganda política, que pretendía reunir una Roma dividida bajo una familia de gobernantes.
[9] Solo una observación casual: un sermón anglicano es corto de acuerdo con los estándares evangélicos. Esto es para decir, el sermón es en minutos quizás solo 2 ó 3 veces la longitud de las lecturas combinadas. Yo he estado en iglesias evangélicas, donde el sermón es 50 veces la longitud de las lecturas bíblicas.
[10] La iglesia griega (Ἀναγνώστης, Anagnostēs) y romana (Latín “lector”). Tertuliano probablemente es el primero en mencionar este oficio entre diácono y presbítero, es el “lector.” Cipriano en el año 250 d. C. menciona en una de sus cartas que había un hombre joven en su iglesia quien dos veces confesó a Cristo ante el martirio; e incluso cuando no era el joven más inteligente, Cipriano dijo que él lo había nombrado para el oficio de “lector”, para leer la Biblia todos los domingos; y él pide a su amigo que ore por este hombre joven, su ministerio es la lectura de la Escritura a la congregación. Tradicionalmente, los lectores católico romanos eran hombres, pero, ahora oficialmente las mujeres pueden ser lectores; Francisco hizo este desarrollo informal oficial apenas en enero de este año (McElwee).
[11] “If I, being what I am, can consider that I am in some sense a Christian, why should the different vices of those people in the next pew prove that their religion is mere hypocrisy and convention?”
Bibliografía
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[…] A presentation given at an ESEPA conference in April 2021. The original Spanish version is found on my other blog under the title “La Lectura Oral de las Escrituras en la Iglesia Primitiva y en la Actualidad.” […]
The Public Reading of Scripture in the Early Church in the Church of Today – Open Our Eyes, Lord!
08/05/2021 at 1:11 pm